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9 agosto, 2020Memorias de una geisha (1997) es un betseller que inspiró al filme que rompió récords en taquilla y narrra la historia de la japonesa Mineko Iwasaki que nos da una visión de la interesante vida de las geishas, sin embargo ella no estuvo de acuerdo en la manera como Arthur Golden planteó sus memorias, sobre todo en el aspecto íntimo.
Interpuso una demanda por difamación, ruptura de contrato y dar a conocer su identidad, además de manchar su reputación, por lo que ella se decidió a publicar su propia historia.
Mineko escribió su biografía: La Vida de una geisha, deja en claro ellas eran artistas y nada tenían que ver con la prostitución, su preparación para ser una geisha era estricta desde la infancia para ser las perfectas acompañantes en reuniones y fiestas, sin embargo en Memorias de una Geisha Golden las maneja como prostitutas de lujo algo que molestó tremendamente a Iwasaki.
Sintió sobre todo que fue morbosa la manera en que el autor narró la ceremonia de su mizage, la perdida de su virginidad a cambio de una fortuna.
En su libro, que carece de todo el aspecto pintoresco del de Artur, Mineko reconoce ser una de las geishas más famosas del mundo, pero a la vez era tan asfixiante ese reconocimiento que dejó su profesión a los 29 años y ella lo narró.
“En Japón, estado insular de Asia oriental, existen unos distritos especiales, llamados karyukai, que están dedicados al disfrute de los placeres estéticos. En estas comunidades viven y trabajan las geishas, profesionales instruidas para las artes. El término karyukai significa «el mundo de la flor y el sauce». Así toda geisha es en esencia hermosa, como una flor, y a la vez elegante, flexible y fuerte, como un sauce.
En los trescientos años de historia del karyukai, ninguna mujer se ha atrevido a desvelar sus secretos: nos lo han impedido las reglas tácitas de la tradición y el carácter sagrado de nuestra peculiar actividad. Pero creo que es el momento de hacerlo. Quiero que se conozca cómo es en realidad la vida de una geisha, repleta de singulares exigencias profesionales y colmada de compensaciones. Son muchos los que sostienen que fui la mejor geisha de mi generación y, en verdad, coseché más éxitos que cualquier otra. Sin embargo, con los años esa vida devino asfixiante para mí, y hube de abandonarla.”
Las geshias eran preparadas en el arte de la música, la danza y la conversación, Mineko a la tierna edad de cuatro años decidió que quería ser geisha, dejó el juego con sus muñecas para ser una muñeca viviente.
DISCIPLINA Y ARTE
En su libro narra que su labor es estrictamente como una anfitriona y aprenden toda una serie de disciplinas para ser una geisha: danza, música, comportamiento, artes florales y la ceremonia del té.
Con su traje el kimono, que no pesa más de 20 kilos realizaban con exquisita belleza hermosas danzas; de suma importancia era también la ceremonia del té, una rutina exacta e igual de hermosa.
Sobre su preciado mizage, en materia de sexo era tan ingenua que su primer periodo creía eran hemorroides y narra cómo se defendió con un cuchillo cuando un rico cliente trató de abusar de ella.
Aún en los 70´s era una de las geishas más famosas de Japón y llegó a entretener a personas de estatus como la Reina Isabel y el Príncipe Carlos.
Recuerda que la Reina Isabel visitó Japón en 1975, pero fue helada y grosera, nunca tomó con un palillo la comida que tan minuciosamente había sido preparada para ella: “Ella tan sólo nos miró friamente”.
Y el Príncipe Carlos cometió el error de firmarle su abanico y regresárselo. “Le dije podía quedárselo”.
LAS VERDERAS GEISHAS NO VENDEN SU CUERPO
Historiadores creen que la tradición de las geishas murió cuando ella colgó su obi (cinturón) y decidió retirarse, ahora son pocas las geishas en las calles de Gion, en Japón, la antigua capital de Kyoto,considerando que en 1920 llegaban a ser más de dos mil, ahora no suman más de 200.
Una geisha puede ganar mil dólares diarios al adquirir su estatus de independencia, sin necesidad de prostituirse. Según Mineko el error viene de un grupo de prostututas en Japón que se dicen geishas. Las verdaderas geishas no necesitan vender su cuerpo, asegura.
Todavía en la actualidad recibe consejos de aspirantes a geishas. “Les digo que deben tener belleza, inteligencia y buenas calificaciones, que hagan conocer la historia de Gion, deben respetar la dignidad de ser geisha”.
Mineko acepta el destino que ella eligió, pero hoy es casada, tuvo una hija llamada Koko- a veces llamada también Kosure por su actitud masculina- practica el budismo porque aspira ser una persona en calma, transparente y capaz de comprender a los demás.
A veces siente culpa por decidir separarse de sus padres a una edad muy temprana, para ser geisha, pero sus memorias sirvieron de catarsis y lo que es mejor, su historia vino del corazón, sin toda la máquina hollywoodense.