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8 mayo, 2025
Dos décadas después, una misiva escrita en medio del dolor vuelve a sacudir las redes. ¿Hasta dónde llega el derecho a recordar y cuándo comienza la revictimización?
El pasado, cuando es público, nunca muere del todo. Puede dormir años, pero basta un clic, un video reenviado o una tendencia en redes sociales para devolverlo al centro de la conversación. Eso ha ocurrido con la carta que Alicia Villarreal escribió en 2001 a Blanca Martínez, La Chicuela, en la que relataba un presunto episodio de violencia por parte de su entonces pareja, Arturo Carmona.
La misiva, escrita en medio de la desesperación y la angustia, mostraba a una Villarreal vulnerada, temerosa y confundida. “Querida Blanca, estoy desecha, no sabes la noche que pasé hoy. Fue una pesadilla”, comienza la carta. Según su relato, Carmona habría llegado a casa alterado, “como loco”, con sospechas de una supuesta infidelidad, revisando cada rincón de la vivienda: habitaciones, clósets, cocina, incluso debajo de las camas. Alicia niega todo. Pero no bastó.
La cantante describe cómo él, fuera de control, le habría “estrujado los brazos, lastimado y cacheteado”. Añade que su hermana Coral presenció la escena, quedó espantada por los gritos, y fue quien llamó a la policía. “Yo le rogaba que se marchara. De pronto reaccionó, lloró y me pidió perdón”, concluye una de las líneas más crudas del testimonio.
Este tipo de relatos, más allá del escándalo, expone una problemática persistente: la violencia doméstica silenciada, minimizada o tratada como un tema de interés mediático más que de salud pública. Hace más de veinte años, Alicia Villarreal decidió confiar su historia a una periodista en busca de respaldo, no de espectáculo. Que esa carta se hiciera pública entonces puede ser cuestionable. Que resurja hoy en redes sociales, sin contexto ni sensibilidad, lo es aún más.
Ante la reciente viralización del video donde se revive el contenido de la carta, Arturo Carmona reaccionó con enojo. En un mensaje publicado en sus redes sociales, expresó su hartazgo por lo que considera un intento innecesario de reabrir una herida del pasado. Aseguró que su familia sufrió un daño considerable cuando la carta se difundió por primera vez, y que, pese a las disculpas ofrecidas por Blanca Martínez en su momento, él y sus seres cercanos nunca lograron aceptar del todo la situación. Además, Carmona criticó que esta controversia resurja justo ahora, coincidiendo con la actual tensión mediática entre Villarreal y su exesposo, el productor Cruz Martínez.
Mientras Arturo Carmona insiste en cerrar un capítulo que considera superado, Alicia Villarreal ha encendido nuevamente la polémica al referirse a los negocios entre Carmona y su exesposo Cruz Martínez con una frase contundente: “¡Son iguales!”. Tras la reciente reaparición pública de la carta que relataba un presunto episodio de violencia, muchos se preguntan si con esa afirmación Villarreal insinuaba que vivió maltrato por parte de ambos.
La Chicuela, por su parte, aclaró que no ha vuelto a compartir el contenido de forma activa; simplemente el video original volvió a circular en redes, como tantas veces sucede en el ecosistema digital. Pero la controversia no es solo sobre quién lo difundió, sino sobre lo que revela: una conversación que aún necesitamos tener como sociedad.
No se trata de crucificar a nadie, ni de convertir lo privado en espectáculo. Se trata de entender que detrás de cada carta, detrás de cada testimonio, hay una historia humana, una herida, y una necesidad profunda de justicia y reparación.
Los medios, los usuarios de redes y los protagonistas del debate tienen una responsabilidad compartida. Porque si todo lo que hacemos con las voces del pasado es viralizarlas sin reflexión, estamos fallando en el presente.
Carta de Alicia Villarreal a Blanca Martínez (La Chicuela)
Querida Blanca:
Estoy desecha. No sabes la noche que pasé hoy. Fue una pesadilla.
Arturo llegó como loco a la casa. No sé si estaba tomado, pero se veía mal. Y además, venía furioso. Insistía en que yo tenía a alguien en casa. ¿Cómo crees? ¡Claro que no! Revisó todas las habitaciones, los clósets, la cocina, el sótano… hasta debajo de las camas. Lo revisó todo. ¿Cómo crees que haría algo así? ¿Cómo crees que me siento?
Por suerte, Coral estaba conmigo, pero estaba muy espantada por los gritos. Arturo me estrujaba, me lastimó los brazos, y aunque yo trataba de calmarlo, cuando subía las escaleras decía cosas horribles… y me cacheteó. Me azotó contra la pared. Pensé que me tiraría. Sentí tanto miedo. Aun así, fui tras él, porque se metió al cuarto donde dormía la bebé. Yo le rogaba que se marchara.
De pronto, reaccionó. Llorando, me pidió perdón… y lloró, y lloró.
Coral ya había llamado a la policía y a Víctor, pero cuando llegaron, Arturo les dijo que no había pasado nada.
*Este texto fue revisado por una inteligencia artificial